Simbiosis, del griego: Syn, “Juntos” y βίωσις, biosis, “Vivir”.
En esta ocasión hablaré de un tema el cual creo que es bastante importante, a la vez que es uno de los principales problemas por los que los propietarios de mascotas acuden a mí para que les ayude. En un principio no lo saben, piensan que la dificultad por la que atraviesa su amigo es de agresividad, miedo, frustración... Como siempre digo, esto únicamente sería el síntoma, ya que uno de los verdaderos problemas que subyacen como principal causa de la dificultad es la falta del vínculo humano-canino.
Antes de comenzar he de dar las gracias a todas las personas que han llegado hasta aquí y que están leyendo estas líneas. Si has accedido a un artículo canino que tiene por nombre “Simbiosis” es que piensas de forma similar a mí. Has visto que el perro que convive contigo es algo más que una bola de pelo que come, hace sus necesidades y acude de vez en cuando al veterinario. Te has dado cuenta de que se ha convertido en una pieza fundamental de tu vida y viceversa. Ahí radica la verdadera simbiosis, el vínculo que nos hace necesarios el uno para el otro.
Mi trabajo me ha concedido el privilegio de ser testigo de las relaciones que diferentes familias tienen con sus perros. He conocido relaciones de todo tipo, de algunas de las cuales me siento muy orgulloso al ver el vínculo que se ha creado entre ambos. Se ve claramente como sólo con miradas ambos entienden lo que siente el otro. Esto ayuda a mejorar la capacidad de aprendizaje, ya no por ser el perro más inteligente, sino más bien porque hay una muy buena comunicación entre ambos. Recientemente he trabajado con una perrita de presa que fue recogida en una protectora siendo ésta ya adulta. Esta perra y su dueña han forjado una relación que muchos ya quisieran con sus perros. Hacen deporte juntas, salen durante horas al campo, disfrutan de larguísimos paseos la una junto a la otra, superan miedos, frustraciones, ansiedades, respuestas agresivas... Lo superan juntas haciendo de cada meta alcanzada un punto más de soldadura en su vínculo de acero. Evidentemente tienen sus más y sus menos, pero... a eso se le llama estar viviendo y, sobre todo, aprendiendo a vivir JUNTAS. Este vínculo no se ha creado solo, para ello han tenido que aprender a confiar la una en la otra. Cuando están juntas han aprendido a hacer de esta frase una realidad. No existe la individualidad, están juntas, eso que de manera natural deberían tener todos los perros, y que es lo que te agradecerán de por vida, es lo que vosotros también más les agradeceréis... Desgraciadamente ese vínculo, esos objetivos comunes, ese trabajo para alcanzar la simbiosis que ambas disfrutan también es lo que se están perdiendo otras familias las cuales hacen del placer de tener perro algo monótono, rutinario, desidioso y pesado.
El vínculo que creamos con nuestros perros no se basa únicamente en acariciarlos en el sofá, sacarlos de paseo al “pipican” o asearles regularmente. Necesitamos más. Nosotros, los humanos, tendemos a cometer el error de humanizar a los perros para completar esta ecuación. Hablamos con ellos, intentamos calmarles como si de un niño se tratase, comparamos sus actos con los de pequeñas personitas poniéndoles incluso voz a sus pensamientos cuando contamos alguna de sus andanzas. Esto aunque esté ejecutado de manera incorrecta, es natural y positivo para nosotros. Nos atrae nuestro perro y queremos más de él, intentamos darle pensamientos, respuestas a nuestro amor por él. Intentamos todo esto ya que queremos que forme parte de nuestra vida. Al humanizarlos nos sentimos reforzados, nuestro vínculo crece, segregamos serotonina al mirarles a los ojos, la cual se transforma en amor, nos hace sentir bien tan solo su presencia. Ellos son los únicos que nos entienden, decimos, siempre que estamos tristes ellos están ahí. Nos beneficiamos ampliamente de lo que nos hacen sentir. Les amamos.
Bien, ya tenemos un lado del vínculo simbiótico, pero ¿qué pasa con el otro lado, el de nuestro perro?, ¿siente éste lo mismo?
Nuestro perro también está haciendo de las suyas para crear ese vínculo. Al contrario de lo que hacemos nosotros, ellos no nos humanizan, nos caninizan. Hablan con nosotros a su forma y lo hacen constantemente. A diferencia de nosotros, que poseemos diferentes pilares que sostienen la estabilidad de nuestras vidas, ellos tan sólo nos tienen a nosotros. Nos dan del 90% al 99% de su atención cuando estamos en casa. Mientras nosotros estamos viendo la tele, leyendo, en el ordenador, cocinando... ellos nos están mirando.
De los dos errores que comentemos ambas especies, ellos nos caninizan y nosotros les humanizamos, el mayor sería el nuestro. A ellos no les podemos pedir más capacidad para entendernos de la que realmente poseen, la cual es mucha, pero para este caso insuficiente. Nuestro deber como humanos racionales es querer comprender, hacer por entender y poner pasión en escucharles y sentirles.
Cuando estoy paseando por la calle veo que la mayoría de las personas que pasean a sus perros están más pendientes de teléfono móvil que de mirar a sus perros. Así nunca vamos a entender nada. Cuando en un parque canino hay algún altercado entre dos perros puedo ver cómo los dueños agarran cada uno al suyo y les dan una regañina como si de niños de cuatro años se trataran. Puedo ver perros pequeños siendo literalmente arrastrados por calles abarrotadas de gente donde su dueño, frustrado ante la negativa de caminar de su compañero, opta por acelerar el ritmo con enfado. ¿No lo escuchas? ¡Te lo está diciendo! Claramente tu perro te está diciendo algo, te dice que algo no le gusta de la calle, acelerar el paso no es la solución. Nos hablan pero no queremos escuchar.
Mi madre solía decirme de mi perra Leya: -Le falta hablar-, a lo que yo respondía: -Mamá, Leya habla pero lo hace a su manera-
Si rompemos la barrera de los rutinarios paseos independientes y nos centramos en nuestros compañeros podremos darnos cuenta de todo lo que nos estamos perdiendo. Yo, cuando trabajo con los clientes, hago que se fijen en los gestos de sus perros para que sean partícipes de las emociones y deseos de éstos. Por otro lado, a los perros les hago ver todo lo que el dueño les está dando. Hago que no se abra la puerta hasta que no miren a sus dueños, que no se abalancen a comer al plato de comida hasta que se sienten y miren a su dueño, ya que les estamos alimentando y cuidando. Sería mucho más positivo si ellos se dieran cuenta de que lo hacemos por ellos. Muchos perros comen en platos eternos que se llenan solos, piensan que son ellos, al ladrar, los que abren las puertas, creen que durante los paseos ellos poseen el control y la voluntad de ir para uno u otro lado por mucho que les tengamos agarrados de la correa. Creen que todo lo que consiguen lo hacen de forma individual. No hay una simbiosis por parte del humano y así los perros no van estar completos nunca.
Tan sólo me gustaría que la gente disfrutase más de su perro, que corran felices con ellos cuando éstos estén disfrutando. Que se olviden del móvil... Que sean el bastón de calma y sosiego cuando aparezca la frustración de estar frente a algo que temen. Que les comprendan. Que hagan por entender, que aprendan a sentirles. Ellos siempre lo van hacer más que nosotros. Tan sólo que la gente aprenda a vivir CON ellos.
Si alcanzamos una verdadera relación donde les agradecemos que sean un apoyo a nuestros problemas haciéndonos parte de los suyos, tendremos una simbiosis. Si nos esforzamos en querer escucharles, entenderles, tan sólo una mínima parte de lo que ellos hacen por intentar entendernos a nosotros, tendremos una relación simbiótica. Si ayudamos a nuestro amigo a superar sus miedos, fobias o frustraciones querrá decir que les hemos escuchado, les hemos entendido y juntos hemos superado esa dificultad. Un punto más de soldadura para ese vínculo.
Hemos de devolverles algo de todo lo que nos dan. Acariciarlos para calmar nuestras tensiones no es dar, es recibir. Cuidarles el pelo para que esté precioso y brillante no es dar, es recibir. Mantenerlos presos en nuestras casas únicamente porque nos gusta tenerlos cerca no es dar, es recibir. Llevarlos al campo, es dar. Sentirles, es dar. Ser parte de SUS problemas olvidándonos de los nuestros, como las prisas por llegar a casa o la pereza que nos da ayudarles, es dar. Vivir POR ELLOS es dar, mientras que ellos van a vivir por nosotros hagamos o no el esfuerzo por forjar la simbiosis.
Por último y parafraseando a Fito Cabrales de “Fito y los Fitipaldis”, una frase con la que espero que cada vez que la escuchéis os pase lo mismo que a mí y recordéis todo lo contado.
“Tú no eres sin mí, yo solo soy contigo”.
“Él es tu amigo, tu compañero, tu defensor, tu perro. Tú eres su vida, su amor, su líder. El será tuyo, fiel y verdadero, hasta el último latido de su corazón. Nos debemos a él para ser dignos de tal devoción”
Pascual Verdú (Adiestrador inscrito en el Registro Oficial de Adiestradores Caninos Capacitados de la Comunidad Valenciana CV-ACC70)
Tera-Can (Pascual Educación Canina en Alicante). Conoce más sobre el maravilloso mundo canino. Resuelve problemas de conducta y malos hábitos de tu perro simplemente usando sana y natural comunicación canina. Educación Canina y Adiestramiento Canino Alicante.
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